Los Rencontres d’Arles a vista de mosquito
Con esta van ya 53 ediciones del festival de fotografía que se celebra cada año en la bella Arles ocupando los meses de verano.
Por Paulo Cacais.
Durante este tiempo, son millones los mosquitos que se congregan en sus callejuelas y avenidas, en el antiguo Coliseo o en la brillante torre Luma, atraídos por el clima benévolo, frecuentemente por encima de los treinta y cinco grados, la humedad que les ofrece el Ródano y, cómo no, una oferta gastronómica y lúdica inagotable.
Hay que desayunar fuerte y, un buen lugar por dónde comenzar a zumbar de buena mañana es el Parc des Ateliers donde, además de aguerridos amantes de la fotografía de todos los sabores, encontrarán bellos jardines en el espacio que antes ocupaban fierros, escombros y ruinas. Con vistas a La Tour de Frank Ghery encontrarán también una bello estanque, ideal para desovar miles de larvas, pues desde el 4 de julio hasta el 25 de septiembre varias generaciones de estos bichos disfrutarán del festival y de sus visitantes.
Muchos nostálgicos recordaréis los tiempos en que Ateliers era el epicentro del festival dando cobijo a gran número de exposiciones. Tras la transformación del espacio y con la nueva dirección a cargo de Christoph Wiesner, este año contamos con un único espacio (la Mécanique générale) con tres exposiciones que fácilmente se pueden considerar como una sola, pues se fusionan en un recorrido que mantiene la coherencia formal y discursiva.
A primera vista puede parecer una fórmula «fácil» y políticamente correcta: exposición sólo con artistas mujeres que hablan sobre feminismo sobre paredes de color lila. Sin embargo, estamos ante una de las mejores exposiciones que hayamos podido ver de mujeres hablando de mujeres; incluso puedo subir la apuesta y afirmar que es la mejor exposición de Arles22.
Abriendo la visita nos encontramos con los collages fotográficos de Frida Orupabo, mucho más que una telonera de lujo. Si no habéis visto su trabajo no lo juzguéis por lo que podáis ver en pantalla, no hace justicia a tener las piezas delante de las narices. Tenemos también la exposición de Sandra Brewsterz, ¡maravilla!
Dicen que las que pican son las hembras. Continuamos con A feminist avant-garde, comisariada por Gabriele Schor, ocupando la mayor parte de este espacio. Se trata de una gran colectiva de artistas mujeres con obras comprendidas entre el año 68 y el 80, divididas en grandes bloques como: roles, cánones de belleza, sexualidad femenina, diversidad, emancipación… 71 autoras, algunas archiconocidas como Esther Ferrer, Ana Mendieta, Margot Pilz, Cindy Sherman o Francesca Woodman y muchos nombres que apuntarse para investigar. Se trata de una exposición en la que perderse, de las que merecen horas y horas de visita, o varias sesiones. Con multitud de lecturas.
Inevitablemente me ha llevado a reflexionar sobre la falta de referentes y el desconocimiento general de estos trabajos. Si no conocemos la historia estamos condenados a repetirla. Todo estudiante de fotografía, todo artista que quiera hablar de género, todo comisario debería conocer los 71 nombres de estas mujeres y su trabajo, antes de pretender usar el feminismo como paraguas para crear su obra. No repitas una obra que ya está hecha, a no ser que sea para hacerla mucho mejor, solía decir Man Ray en sus entrevistas. Tal vez se lo escuchó a Lee Miller, de la que encontraréis una gran exposición en el espacio Van Gogh.
Saliendo de Ateliers es obligada la visita a La Tour, con expo de James Barnor. La Tour también ofrece un fuera de carta inspirador: no todo va a ser fotografía y seguro que sus exposiciones os sorprenden. Pero lo más importante: ¡lanzad por sus dos toboganes las carnes que se han de comer los mosquitos!
Justo delante tenemos la escuela nacional de fotografía, con una emotiva exposición de Estefanía Peñafiel que destaca por su cuidada puesta en escena. Y llegados a este punto, a los puristas de la fotografía, si les pican no les sale sangre, pues esta exposición es un avance de lo que vamos a encontrar en buena parte del programa: mucha instalación, mucho audiovisual y poca fotografía.
Pero no nos rasguemos las vestiduras, dicen que el cine son veinticuatro fotografías por segundo. O ¿alguien rechazaría a Susan Meiselas en su festival de fotografía? Junto a Marta Gentilucci firma una exposición en la que no hay una sola fotografía. En el edificio contiguo tenéis The interposed veil, con más audiovisual. Y es que en este festival encontraréis tres medidas de pantalla: las grandes, las gigantes y las mayores. Así que preparad vuestra visión lateral para no perder detalle. Y como nuestros amigos los mosquitos que, recordemos, son el motivo de esta crónica, van hacia la luz como Caroline, es de agradecer tras ver varios cientos de fotografías, perder 600cc de sangre y sufrir una insolación, acomodarnos unos minutos tranquilos a ver un audiovisual.
Más audiovisual y nuevas técnicas, Noémi Goudal en las Trinitarias, os recomiendo ver entera la pieza de la selva en llamas.
En la Croisière se encuentra un buen número de pequeñas exposiciones para todos los gustos, allí los pequeños alados podrán degustar posthumanos con tendencias a la fontcubertería, hipsters rizomáticos con sombreros de paja y demás criaturillas. También encontrarán una buena pista de aterrizaje sobre los papeles de Klavdij Sluban, allí, negro sobre negro podrán estar a resguardo de manotazos. Destaca allí también Julien Lombardi, con un despliegue estético importante, o las humildes y preciosas piezas de collage de Katrien De Blauwer.
Son muchas más las exposiciones, incluso podréis ver más Arles22 en Avignon, Marseille, Nimes… Pero al igual que si hay vida después de la muerte, seguro que no es vida; vale la pena plantearse si lo que se programa fuera de Arles, es Arles. «Deslocalizar» exposiciones es una costumbre cada vez más extendida entre festivales grandes y pequeños. Cada cual debe considerar si acepta como parte del festival una exposición en otra ciudad, otra provincia o en la otra punta del país, al menos, hasta que con la entrada nos regalen el viaje de ida y vuelta con pernoctación y dietas… Mientras tanto, a los mosquitos de Arles les deseo bon profit y a sus huéspedes un buen verano.